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Un punto caliente en el Sahara Occidental

26 noviembre 2010 2 comentarios

La situación en el Sahara ha cambiado de manera brusca en estos últímos días. La manera en la que las fuerzas de Mohamed VI han reprimido a la población ha sido brutal. Este asalto a la concentración de saharauis en el desierto añade un nuevo capítulo a la lista de pueblos pisoteados, unos olvidados, otros conocidos por todos. Esta vez, el conflicto no ocurre a miles de kilómetros, en lejanas tierras en donde los genocidios parecen más injustificados. Somos testigos cercanos de una barbarie que puede tener consecuencias impredecibles y que para muchos es mejor ahogarla  en el olvido de la misma manera que se oculta cualquier mal que nos acompleja y causa problemas.

Así quedó el campamento saharaui. El Gobierno marroquí ha dado explicaciones absurdas para justificar este asalto a lo General Custer.

Las estrategias marcadas por las potencias mundiales parecen ser tan válidas como los vaticinios de la adivinadoras de televisión. Las decisiones tomadas hoy como grandes aciertos, mañana se tornan en errores garrafales. Basta ver a George Bush lamentarse por aquella invasión de Iraq que con tanta decisión comenzó.  Su falta de acierto sigue una larga cadena que une disparatadas aventuras imperiales en oriente próximo, y en todo el planeta,  de distintos presidentes estadounidenses.  Todo esto está bien explicado por Michael Moore en dos de sus más recomendables documentales: «Farenheit 9/11» y «Bowling for Columbine» en donde resume en muy pocos minutos, de manera magistral, algunas de las locuras estratégicas cometidas por diferentes dirigentes yankees, auspiciados por la CIA,  en los últimos tiempos.

Una de estas  jugadas fue la que pusieron en práctica en el Sahara. Corría el año 1975 cuando el Rey Hasán II mantenía con dificultad su corona y hasta su vida.  Argelia, aliada de la URSS, amenazaba a los intereses estadounidenses en la

Kissinger con uno de sus amigos, Pinochet

zona. Marruecos podía ser la siguiente región en pasar a ser país amigo de los comunistas. Así que la solución era reforzar a la monarquía alauita al igual que se había hecho con otras tiranías y dictaduras que complacían los intereses de los anglosajones americanos. El Sahara podía ser una buena piedra de toque para impulsar al rey de Marruecos y además España para los americanos ya no pintaba nada en África. Kissinger, por aquel entonces secretario de Estado en EEUU, se puso manos a la obra. Ya estaba hecho un zorro y sabía como manejar estos asuntos. Su experiencia en dar soluciones al problema de  la expansión comunista por Suramérica, hizo que la ocupación del Sahara fuera coser y cantar. Tenía a la CIA para encargarse de hacer un plan. Cuando lo acabaron le pusieron el nombre de «Marcha Blanca»; posterioremente el rey alauita le cambiaría el blanco por el verde islámico. Kissinger convenció al por entonces presidente de Estados Unidos, Gerald Ford,  para dar suministros, armamento y apoyo logístico a Marruecos. Sólo faltaba un cabo por atar, hacer que Juan Carlos I, responsable por aquel entonces de las andanzas de nuestro país con un Franco cercano a la muerte, retirara todas las tropas del Sahara y despejara el campo de minas. Ante la guerra que se avecinaba y los enfrentamientos que ya se habían producido Juan Carlos pidió ayuda a Estados Unidos. No cabe duda que una de sus intenciones primordiales,  al igual que Hasán, era la de mantener la corona, así que Kissinger trató de convencer al Borbón explicándole que una victoria de su ejército podría ser nefasta para sus intereses ya que  podría desembocar en una euforia militat muy peligrosa para él  y las futuras reformas democráticas. Se tiene constancia de la influencia que tuvo la CIA durante los años de transición en la España postfranquista, así que había que mover un poco los hilos para que todo se solucionara fácilmente. Lo que sucedió a continuación fue una sucesión de hechos infames y vergonzosos para la historia de nuestro país.

El Rey español se  desplaza a El Aaiun. Arenga a las tropas para que resistan el ataque de los marroquíes. También tiene palabras para los saharuis, por aquel entonces españoles, a los que promete no dejarlos solos. Acto seguido el monarca español viaja a Madrid, y desde allí ordena la retirada lo más rápido posible. Kissinger le había prometido que una vez se hubiera producido la retirada de España,  los marroquíes pararían los preparativos de su invasión y se dejaría en manos de la ONU el referéndum de autodeterminación del Sahara (esto nunca se haría como todos sabemos; a los americanos nunca les convino tal cosa a no ser que el resultado final de las votaciones hubiera sido el rechazo de la independencia). El propio Hasán,  que ya había ordenado el avance de sus fieles desarmados hacia la frontera con el Sahara (no iban desprotegidos ya que el unidades armadas del Ejército de Marruecos  iban flanqueando su avance), felicitó a Juan Carlos I por teléfono, después de ver cómo los militares españoles se retiraban sin dejar rastro. Previamente, Carro Martínez, Ministro de Presidencia, había claudicado sin ninguna resistencia ante las exigencias del rey marroquí. Se dejó el terrtorio sin nada a cambio, sin posibilidad de negociar algo. Se perdió todo y los españoles saharauis y de otras regiones que vivían en esa zona quedaron totalmente desprotegidos a expensas de los hombres del sultán y los independentistas saharauis.  Y todo eso, a pesar de que la presencia española estaba consolidada, tras más de un siglo de presencia, y ratificada por los tratados internacionales que datan de principios del siglo XX, antes de que incluso existiera Marruecos, país que anexionó por la fuerza, y con un descaro que pisoteó toda legalidad, el Sahara Occidental.  Por otro lado, la ONU ya  le había asignado a España la labor de descolonización de esa región como potencia administradora (proceso que España ya había acometido en la colonia africana de Guinea Ecuatorial).

Situación actual

Los graves acontecimientos del 8 de noviembre ocurridos en el campamento Gdeim Izik son un punto y seguido en la historia de la ocupación del Sahara Occidental.  El asalto de las fuerzas marroquíes es más preocupante si lo situamos en el tiempo dentro de la sucesión de altercados que se han ido produciendo en estos últimos meses. Recordemos las fuertes agresiones sufridas por activistas españoles que de poco han servido, es más, en la opinión pública española existe una tendencia a ir en contra de las acciones de estos compatriotas prosaharauis y también diría, en consonancia con el Gobierno, que una amplía mayoría de españoles están a favor de mantener una neutralidad en el conflicto o dar por buenas las explicaciones del Gobierno marroquí. Alejarse de un problema, no lo hace desaparecer y más cuándo ese problema lo tenemos a pocos kilómetros de nuestro país. Si a esto le unimos el aumento de la presión sobre Ceuta y Melilla ante la que nuestro Gobierno intenta poner buena cara para no enfadar al Rey alauita, nos encontramos entonces ante una continuación de lo visto hace 35 años.

Lamentablemente, España cada vez pinta menos en este planeta globalizado. Nuestra política exterior depende de otros países. En este caso, como ya hiciera Aznar con lo de la Isla del Perejil, Zapatero le ha pasado el muerto a Estados Unidos y a la UE, dejando que Francia arrime el ascua a su sardina. Los únicos  intereses que parecen pesar son los de las grandes empresas con sede en España que aprovechan la oportunidad que les brinda un país en el que los derechos de los trabajadores no son tan exigentes . La estrategia comercial de inversiones en Marruecos, nos ata de pies y manos.  Por ello, es indispensable llevarse muy bien con el vecino musulmán aunque este sea de un tirano (¿se imaginan lo que pasaría hoy en día con otro Hitler?) La hipocresía de estos demócratas les hace condenar las viles acciones en otros lugares,  similares a las vividas en el Sahara.  Felipe González disfruta trabajando para el «moro»

Zapatero mantiene buenas relaciones con Mohamed VI

desde su flamante chalet de Tánger , José Luis Rodriguez Zapatero va dando medallitas a ministros marroquíes, por eso de la Alianza de Civilizaciones, como el que mandó invadir la isla Perejil (hace años éstos eran lo mismo que expresaban su apoyo a la independencia del Sahara). Vamos, ¿se acuerdan de aquellas historias de alianzas entre moros y cristianos, en las que las traiciones y los palos se repartían a diestro y siniestro, sin importar el credo o la bandera..? Pues algo parecido ocurre aquí.

El amigo Mohamed, amo y señor de un  holding de empresas públicas marroquíes, es el séptimo rey más rico del mundo según  la revista «Forbes». Pretende ahora construir un parque eólico cerca a unas decenas de kilómetros del campamento arrasado. Francia es la principal valedora del monarca alauí (estos a diferencia de los españoles no se olvidan de su antigua colonia) compiten con España en la concesión de obras para la modernización del país. Empresas europeas contribuyen así al desarrollo de Marruecos e incrementan su capacidad turística, comercial, aeroportuaria… y también armamentística. A cambio, la UE  le abre más las puertas y acerca el territorio magrebí (recolonizado por los galos)  a Europa. Los empresarios de nuestro país, se quedan con las sustanciosas migajas que se caen de la mesa en la que comen Sarkozy y Mohamed VI (El gran pastel será el del petróleo que guarda los fondos marinos frente al Sahara. Ese se lo comerá Estados Unidos). Tenemos a Emilio Botín, Presidente del Banco de Santander, muy contento con los negocios que ha hecho con el Attijariwafa Bank, un banco privado marroquí perteneciendo, como no, a Mohamed VI. También Rodrigo Rato con Caja Madrid ha hecho millonarios negocios con el banquito de Mohamed. ALSA,  Barceló, numerosas empresas de la construcción y una enorme cantidad de empresas también acuden a Marruecos intentando paliar la crisis que nos sacude. A todo ésto, hay que sumar el intenso intercambio de mercancías y el papel que Marruecos juega como tapón de todos los males africanos (inmigración, tráfico de drogas, islamismo radical y terrorismo). Sin embargo, la cara más oscura de estas beneficiosas funciones,  es el uso que hace de ellas el Gobierno magrebí a la hora de hacer pactos con España.

Nuestra realidad

España, un país que a duras penas puede mantener su unidad peninsular, posee todavía un vestigio del gran imperio que fue. Sus tierras de ultramar en África  es todo lo que queda de aquel extenso reino en el que no se ponía el sol.  Su descomposición en los últimos dos siglos recuerda a la de un cadáver. Incluso corre peligro de perder su independencia económica por la más nefastas de las bancarrotas en la que puede caer. Quizás un día, España sólo sea un país recordado en los libros de Historia.

Fronteras marítimas de Canarias, en rosa, que le petenecería si fuera un Estado

Mientras tanto, un país emergente como es Marruecos crece a expensas de la miseria de las Canarias que ve perder, sin el amparo de España y la UE, todas sus ventajas económicas en la zona: turismo, transporte marítimo, pesca, agricultura… La crisis actual está castigando en gran medida al archipiélago. Podría ser previsible en el futuro, si Marruecos sigue desarrollándose, que Canarias se vea abocada a ser una región muy dependiente del Magreb.  No le quedará más remedio a los gobernantes autonómicos, ante la parsimonia española, que hacer pactos y convenios  que acerquen cada vez más a las islas a la órbita de Marruecos. Las pretensiones expansionistas marroquíes han ido hasta el punto de incluir a las Islas Canarias dentro de sus aguas (al parecer en esto si que siguen las leyes internacionales que no reconocen los derechos de amplias  aguas territoriales a un archipíélago que no tenga el status de nación). Al contrario que ha hecho Portugal con sus archipiélagos, España ha dado su beneplático a otra nueva anexión marroquí (otra vez sin contar con los máximos afectados, en este caso los canarios, aunque Coalición Canaria haya sacado en el último minuto, gracias al apoyo al PSOE para  aprobar los presupuestos generales del 2011, la posibilidad de que exista una amplia franja territorial que englobe todo el arhipiélago canario y que será como una gota de aceite en medio de las aguas marroquíes). Muchos se acordarán hoy de aquel mítico grupo canario que profetizaba  aquello de «Báñate en las Canteras…antes de que sea marroquí».

Marruecos pretende llevar su frontera marítimas hasta las 350 millas, lo que dejaría a Canarias dividida dentro de esa región marroquí. A Canarias, según el Derecho Marítimo Internacional, sólo le pertenecería una franja de 12 millas alrededor de cada isla.

El máximo interés de nuestro país «hermano» se centra en los yacimientos petrolíferos que hay entre las Canarias y el Sahara, otro recurso natural que como el banco pesquero nos virlarían con una pasmosa facilidad. La ampliación de sus fronteras en el Atlántico constata ese interés y de paso el de ir fijando nuevos objetivos.

Mientras tanto los saharauis son silenciados y aniquilados. Son unos pocos cientos de miles diseminados en el desierto. Una gota de agua en medio de la marea de millones de marroquíes. No les queda otro camino que aceptar su integración dentro del Reino Alauí, con todo el sometimiento que ello conlleva, o alzarse en armas volviendo a desenterrar el hacha de guerra del Frente Polisario. La radicalización de los saharauis podría poner fin a la tregua y generar un punto muy caliente en el norte africano que sirviera para espolear las posturas antioccidentales islamistas.  Al-Qaeda anda cerca (¿sólo es un falso rumor que interesa divulgar de manera interesada? (lean lo que dice el ministro marroquí) ¿existen células de este grupo terrorista que están  empezando a moverse por el Sahara). Argelia, que hace décadas atemorizó a occidente con un gobierno integrista islámico elegido democráticamente, de momento es el único país que mantiene un apoyo incondicional al Sahara Occidental. ¿Se mantendría impasible ante una guerra?

Las decisiones, cualquiera que se tome ahora, tendrán consecuencias en el futuro. El interés occidental de mantener en paz una zona muy cercana puede provocar todo lo contario. Un rey tirano con ansías de crear un nuevo imperio  que cuenta con el respaldo de Europa y Estados Unidos, una población sometida y  descontenta aleccionada por una religión extremista (de Marruecos proceden terroristas islámicos como los del 11-M), una matanza, tensión entre países vecinos, Rusia y China  al acecho, un grupo terrorista fuerte…. hay ingredientes para pensar en un inquietante desenlace a pocos kilómetros de casa.

¿Cuál puede ser el resultado de un nuevo conflicto en el Sahara?

La matanza del Sahara en » El Aleph».

Matanza en el Sahara

8 noviembre 2010 Deja un comentario

El pueblo saharaui está siendo masacrado en estos momentos por las fuerzas represivas marroquíes. La contundencia con la que están actuando y la falta de información está creando un ambiente de gran incertidumbre. Se habla de miles de heridos y algunos muertos en las afueras de El Aaiún (Gdaim Izik) donde desde el 10 de octubre se instaló un campamento en el que se alojaron 20000 saharauis que protestaban así para mejorar sus condiciones de vida. El ejército de Mohamed VI ha destrozado dicho campamento, lo ha desalojado violentamente y ha tomado la capital del Sahara Occidental con la intención de extinguir cualquier conato de levantamiento.  El castigo está siendo brutal y va camino de convertirse en un genocidio dantesco en el que se están violando todos los derechos de los ciudadanos saharauis.

El tirano reyezuelo marroquí responde de esta forma a las reivindicaciones de la población nativa que seguirá siendo oprimida tras más de 35 años. Su afán imperialista no sólo reafirma la pertenencia del Sahara Occidental a Marruecos sino que además hace que fije su mirada al otro lado, el de Argelia, donde existe una importante población saharaui refugiada.  Si dejan a este megalomaniaco seguir cumpliendo sus sueños, es capaz de comerse incluso las Canarias.

Hasta ahora el monarca aluita ha ocultado bien su verdadero carácter con un discurso lleno de palabras bonitas que tanto gustan en occidente: derechos humanos, libertades, democracia, progreso… Su hábil juego ha servido para fortalecer antiguos lazos. Estados Unidos, alarmado por los movimientos de Al Qaeda en el Magreb, confía más que nunca en la monarquía marroquí. La UE, con Francia al frente, también apoya a Mohamed. Lo de la ONU es de traca, la falta de respeto con la que se cumplen sus resoluciones demuestra una vez más la inutilidad de este organismo.  En España, ya vemos cuál es la actitud de nuestros gobernantes. A pesar de los altercados que estamos teniendo en las fronteras de Ceuta y Melilla, se mira hacia otro lado justificando el buen criterio del amigo magrebí a la hora de pegarnos algún bastonazo y meter palizas dentro de su país. ¿Saldrá nuestro Rey llamando hermano al «moro»? ¿Le dará unos consejitos en plan filial para qué se calme un poco?

Con este panorama, el porvenir de los saharauis se presenta bastante complicado. Es de esperar que una vez pasada esta crisis, Mohamed VI tome todas las medidas adecuadas para evitar que se vuelva a producir un conflicto parecido al que estamos viviendo ahora. ¿Cuántas cabezas rodarán? ¿De qué forma aplicará el nuevo tratamiento de jarabe de palo?

Entrevista en la cadena de radio autonómica de Canarias:

www.cienciamisterio.com/es/sahara.mp3